Vivir, reír, sentir. Todo es más si consigo hacerlo junto a ti. Pero en la autopista donde decidimos vivir a esta vertiginosa velocidad, sientes, pero con retardo, que las pequeñas cosas de la vida te las estás dejando atrás. Pero no importa, piensas entre nebulosas y destellos dorados de las imágenes de la Virgen del Carmen que llevas al cuello, mientras sigas la carrera fijada a tu destino, sin miedo alguno si a tu lado siempre está presente y para todos el asesino misterioso, el que a su vez es silencioso, amigo de metralleta y de la decadencia un tanto estética. Si todo es contigo, no hay necesidad de cambiar en el camino. Sin importar edad ni velocidad. Siempre a la carrera contra la soledad, pero castigándote sin piedad.
